jueves, 15 de julio de 2010

Azar

¿Quién fué la última persona con la que hablaste y ahora está muerta?

¿De qué hablaron?

Yo no termino de entender la muerte.

¿Quién fué la ultima persona con la que yo hablé hoy?

Hace años que camino sola, un sólo par de ojos contemplando el mundo en silencio.
Cuando dejé la casa de mis padres y decidí mudarme a otra ciudad sabía que con ello estaba enterrando lo que había vivido hasta ese momento, mi pasado nunca más volvería.
Las primeras semanas fueron complicadas, encontrar un lugar para vivir, un empleo, la pasé mal pero fué solo por un corto tiempo. A veces Dios o el destino juegan conmigo un poco y luego me sorprenden. Como cuando aquel día de lluvia conocí a Pedro, entré empapada a la libreria donde conseguí mi primer trabajo, él tenía en las manos un libro de Sabines; llevaba pantalón de gabardina gris oscuro, zapatos casuales y un saco que parecía robado de un vagabundo; la imagen perfecta más el color apiñonado de su piel robaron de inmediato mi atención. Mi cabello escurriendo y las manos heladas no me impidieron soltar la mejor de mis sonrisas, su mirada sutil me avisó que estabamos compartiendo el mismo pensamiento.
Ese encuentró tenía que ser así, estoy convencida de que el plan está trazado, como esos juegos de unir puntos numerados para formar una figura que vienen en los libros para niños o atrás de las cajas de cereal, puedes dar un millón de vueltas pero debes llegar al punto siguiente, siempre.
Pedro llegó a mi vida como antes otros y la afectó de manera crítica, sí, como otros pero quizá era él el más importante, al menos hasta darme cuenta que él como otros antes también mentía.
Un trozo menos del corazón que aún quedaba.
Ésta pareciera la triste historia que desató mi decisión, pero no es así son otras tantas cosas, no es la soledad o los romances fracasados; la lejanía de mis padres o el ruido incesante de la ciudad; el tráfico; la pérdida de fé de otros, de mí; los silencios eternos ni el medio día que se aleja.
Son y no todas estas cosas, el desgano, lo gris, el vacio, la falta de textura en las imágenes, como ver una hoja en blanco, un vacio incierto.
Imagino un cuerpo pesado cayendo eternamente hacía la nada, una pluma que no escribe, un enorme corazón que no ama.
Y hoy en medio de este invierno tomé un lápiz para unir el último punto, doy por terminado este juego mientras afuera llueve incesantemente, ¿Serán estas mis últimas dos de la mañana? escucho a lo lejos el último tren, me preparo para hacer el movimiento final mientras espero que Dios, o el destino o alguien me vuelva a sorprender.